16 de noviembre de 2015

Qué bien te sienta el rojo


Entramos en un bar y nos vamos quedando solos, tú, nuestras locuras y yo.
Estás preciosa esta noche y lo sabes, claro que lo sabes. Has pensado meticulosamente la forma de mantener mi atención sobre ti. "¿Qué perfume es?"

Mira ahí fuera, el frío empaña los cristales y qué bien sienta estar aquí dentro, piel con piel, mano sobre mano. "Más vino, por favor" Pero bebamos  más lento. Más despacio querida. Dejas el carmín de tus labios en la copa y poco puedo hacer.

Mis nervios están a flor de piel, pero no te lo haré saber y aunque se note estaré callado. En silencio y de puntillas late mi corazón. La puerta choca y el último cliente sale.

Visión nublada a cada trago y gráciles sombras reflejadas en la pared que buscan su mirada, que buscan su boca, que buscan robar un beso sin saber por qué.

Brindamos entre las cortinas de terciopelo, como si alguien nos espiase,  y nos suben los tonos. Un poco más de rojo, un poco más de púrpura. "Qué bien te sienta el rojo".

"¿Y después?" No sé siquiera cómo hubo un después, ni como llegamos hasta aquí… No sé por qué tu perfume está en mis sábanas ni sé por qué no olvido tu mirada. 

1 de noviembre de 2015

En una botella bajo el mar

 
En una botella bajo el mar estaban tus caricias,
en un pequeño lugar donde tus besos empañaban el cristal.
En nuestra botella nos empezamos a quemar,
en nuestra única botella bajo el mar.

Sin ir a más, en un truco final en el cual los latidos empiezan a sonar,
un ritmo frenético está por comenzar y devienen las ansias.
Más cerca, más fuerte. Más cerca y más, más fuerte.
Sorprendidos por una magia que nos desvela un inesperado final,
en un truco donde a cada pulso interior del corazón nace una pulsión.

En una botella que arde bajo el mar, y evapora nuestro tacto,
lo calienta con dulzura, como el sol en la mañana.
Nos arropa con calor y nos da un nuevo aliento,
y nos pide por favor que olvidemos lo malo de aquel momento.

En una botella bajo el mar estaban tus caricias,
un pequeño lugar donde tus besos empañaban el cristal.
En aquella botella donde ardimos sin más,
en nuestra única botella bajo el mar.