A Siete mil pies de altura, lanzando mi cuerpo al vacío,
noto como la presión sube y sube en mis pulmones,
despacio... muy despacio...pierdo casi la consciencia,
mi cuerpo deja de responder y el suelo,
más próximo cada vez.
Sigo flotando, y bajo lento...
entre abro los ojos
y miro el cielo...
éste se empieza a enrojecer.
Ahora la gravedad estorba...
necesito parar y escuchar el ruido del silencio,
gozar de su sonrojado color,
pero no dejo de caer... y solo puedo pronunciar... "que bonito atardecer".
El aire atraviesa mis dedos,
pero dispuesto a elevarme lo único que consigo es bajar más rapido,
pero aunque todo suene extraño... no siento miedo.
Bajo más y más rápido esta vez, enamorado de aquella visión,
y debajo de mí ya veo el mar,
saluda oscuro y lúgubre, pero sonriente....
Y en picado mi cuerpo destroza la superficie del mar.
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