Si la oscuridad y yo fuéramos uno, seríamos los mejores amigos.
Quedaríamos por las tardes para consumirnos en las sombras del abismo.
Apagaríamos la luz de la mañana que nos despierta, y cerraríamos las persianas para siempre.
Si la oscuridad y yo fuéramos uno, seríamos los mejores amigos.
Ni velas ni candiles, ni neones de burdel, siquiera pilotos al anochecer. Negro y absoluto silencio.
Ni sol ni luna, ni luz en las ventanas esperando por ninguna amada.
Llevados de la mano, tinieblas y yo, como figuras deformadas en la pared por una vela sobre la mesa.
Permitimos que se quemen paredes y tejados, y atónitos seguimos un rastro de locura hacia el infinito.
Y a más distancia más me cuesta respirar y más presión en las arterias.
Y a más lejos la salida más me pierdo en el silencio y más se dilatan mis pupilas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario