25 de mayo de 2016

Un minuto más...


Sucede algunos días, bajo la melodía de un piano, que esos recuerdos vuelven como ayer. Lluvia que golpea las ventanas en un extraño código morse. A camino de tormenta y parpadeos se iluminan las ideas.

Así recuerdo sus calles mojadas y luz tenue. Con sus ventanas iluminadas y tejados ataviados de hiedras enredadas. Todo el verde del frescor, musgo húmedo y moho. Paseos escondidos que, a mano y piedra tallada,  cruzan ambos destinos. Tú mi mapa y en las piernas la fuerza que sujeta la guía.

Secretos oscuros y discretos que al brillo de de la luna se dejan a penas ver, y sutiles rumores van escondiendo misteriosas historias que engañan al viajero y le invitan a un trago más, sólo uno más. Por favor, que sea media pinta hacia la mesa del final.

Viejas historias de marineros, o sátiras políticas con el toque crudo de la verdad. Hermosas figuras iluminadas por el resplandor de las pupilas, dilatadas y expectantes a las nuevas subidas de tono o bajadas inesperadas. Un narrador intrigante y perdido entre barriles de cerveza y locuras. 

Ay… si pudiera… un minuto más, si solo pudiera otra vez andar y andar para saborear todo aquello que se pasó y hoy me cuesta recuperar. Calles empedradas y paseos frente al mar. Ese camino de tierra junto al canal y el lago frente al libro que entre tus ondas dejé escapar.

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