De tantas y tantas historias que se cuentan.
Tantas que nos hemos parado a escuchar.
Siempre piensas que no te va a tocar.
¿Qué tienen todas de real? ¿Próximas?
¿Por qué íbamos con ellas a empatizar?
¿Por qué íbamos de nuevo a confiar? ¿Creer?
Y es que a veces uno se pregunta,
tras litros y litros de metraje incrustado en las venas;
¿Qué se siente al perder un hijo? ¿Qué es ese vacío?
¿Qué al dejar de amar? ¿Qué es ese sentimiento impío?
¿Qué si se apagó la luz y ya no la puedo encontrar?
Piensas -¿Yo? Jamás.
Seguir siendo fuerte y seguir vivo parece ser una opción,
la primera y única de aquellos que no ven más allá.
La más rápida que viene a la mente cuando las demás no están,
y en silencios agónicos y agnósticos devienen como espuma de mar.
Por fin aparecen las soluciones de aquellos que jamás por ese dolor caminaron,
Seguros y firmes, pero a la par incultos y pobres,
se reúnen aún en privado arreglando el mundo una vez más.
¿Y por qué iba de nuevo en ellos a confiar?
Fango sobre el cuerpo y heridas llenas de sal.
Carcoma voraz que goza del festín final en un pozo sin final.
¿Por qué caminar erguido, ardiente y libre?
Por qué, si cada vez que levanto la mirada algo sale mal.
Seguir siendo fuerte bajo el sudor de la frente me impide ver con claridad,
Y a base de caídas y llantos, de ganas de escapar,
me topo de nuevo con la realidad.
Esa maldita contradicción constante entre deseo y la verdad,
Entre qué está bien o mal.
Agonizando en silencio sin poder decir más.
Eterno espacio que sólo yo conozco y abriendo y cerrando ventanas,
donde sólo Johari parece tener la respuesta a lo que realmente pasa.
Odio esta prisión estanca de la cual quiero escapar.
Desafío final en un mundo donde nada es real y donde vuelvo a fracasar.
Caigo de nuevo al abismo de una rutina extrema que me empuja al desorden
Al caos más ruin y a una procrastinación que se hincha en la desazón y de la cual quiero escapar.
Y Mientras tanto ella ríe pero el mundo se comprime y se marchita ante sus ojos.
Tantas que nos hemos parado a escuchar.
Siempre piensas que no te va a tocar.
¿Qué tienen todas de real? ¿Próximas?
¿Por qué íbamos con ellas a empatizar?
¿Por qué íbamos de nuevo a confiar? ¿Creer?
Y es que a veces uno se pregunta,
tras litros y litros de metraje incrustado en las venas;
¿Qué se siente al perder un hijo? ¿Qué es ese vacío?
¿Qué al dejar de amar? ¿Qué es ese sentimiento impío?
¿Qué si se apagó la luz y ya no la puedo encontrar?
Piensas -¿Yo? Jamás.
Seguir siendo fuerte y seguir vivo parece ser una opción,
la primera y única de aquellos que no ven más allá.
La más rápida que viene a la mente cuando las demás no están,
y en silencios agónicos y agnósticos devienen como espuma de mar.
Por fin aparecen las soluciones de aquellos que jamás por ese dolor caminaron,
Seguros y firmes, pero a la par incultos y pobres,
se reúnen aún en privado arreglando el mundo una vez más.
¿Y por qué iba de nuevo en ellos a confiar?
Fango sobre el cuerpo y heridas llenas de sal.
Carcoma voraz que goza del festín final en un pozo sin final.
¿Por qué caminar erguido, ardiente y libre?
Por qué, si cada vez que levanto la mirada algo sale mal.
Seguir siendo fuerte bajo el sudor de la frente me impide ver con claridad,
Y a base de caídas y llantos, de ganas de escapar,
me topo de nuevo con la realidad.
Esa maldita contradicción constante entre deseo y la verdad,
Entre qué está bien o mal.
Agonizando en silencio sin poder decir más.
Eterno espacio que sólo yo conozco y abriendo y cerrando ventanas,
donde sólo Johari parece tener la respuesta a lo que realmente pasa.
Odio esta prisión estanca de la cual quiero escapar.
Desafío final en un mundo donde nada es real y donde vuelvo a fracasar.
Caigo de nuevo al abismo de una rutina extrema que me empuja al desorden
Al caos más ruin y a una procrastinación que se hincha en la desazón y de la cual quiero escapar.
Y Mientras tanto ella ríe pero el mundo se comprime y se marchita ante sus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario