De todos es sabido que un día la constante oscuridad,
invadirá los ojos de quien hoy mira sereno.
Será un terror que todo lo abarca,
y con un temblar que a veces se nos escapa.
Será un brillar tenue y tintineante,
a penas con la energía de un latido final.
Una tenue brisa moverá,
unos párpados inertes y sin tono.
Una tensión rígida constante que cuando ya de nada sirve,
cuando ya de nada vale, aún empuja a esforzarse.
Conscientes son pues, de que ya no volverá a levantarse.
De que las mejores historias a veces no terminan en punto y a parte.
No creerán en lo que suceda, quizás, pues verán,
les aseguro que sucederá, y de ello estoy convencido.
Llamas en ojos ajenos se retuercen de dolor,
ante la sorpresa de los que callan y otros, con dificultad miran.
Otros buscan el cobijo que no existió,
en unos brazos fríos, dejados de la fuerza y sin ganas de tirar.
Sin más, lo ven llegar y saben que, pese a que callen,
por todos el oscuro camino se recorrerá.
Sin más se interpondrá y hasta el final, antes o después,
con más o menos pena, con más agonía que alegría.
El cruel cruce entre olvido y paz se topa con lo eterno,
El cruel cruce entre olvido y paz se topa con lo eterno,
el camino angosto repleto de espinas que se clavan en la piel.
Hermanos en el silencio y guerreros eternos,
ambos títulos evaporados junto al resto del candil.
Y dime ¿Era eso lo último que quisiste decir?
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