21 de marzo de 2020

Aprendiendo a volar



Hemos planeado por encima de nuestras posibilidades, quizás, sin apreciar el camino, y ahora, obligados a parar, no sabemos ni por dónde empezar a mirar. Entonces ¿Por qué hemos desempolvado ese viejo cajón lleno de fotografías? En qué estaríamos pensando.

Es la desesperación, puede ser, que nos hace querer perdernos en nuestro pasado y devolvernos esa visión clara que teníamos del sol iluminando la orilla del mar. Una vivencia que se guarda dentro, muy dentro, tan al fondo que sólo se aviva cuando conseguimos mantener el verdadero silencio, sólo cuando las voces se callan.

Nos acordamos ahora, con tristeza, de esa esencia que acostumbrábamos a menospreciar. Ese presente insignificante, oculto por un sueño de futuro y por alabanzas al pasado. Pues bien, ahora sólo tenemos eso, un recorrido breve y borroso que se aproxima a un futuro incierto mientras nos ofrece un nuevo escenario donde debemos intentar mantener la mente despejada, eso sí, a qué precio. 

Somos así, imperfectos, y pensamos que si nos recostamos sobre nuestra cama volveremos a cualquier tiempo pasado, uno que nos parece, sin duda, mejor. Pero vemos ahora, con más claridad, que estábamos equivocados. Eso sí, puede que ahora, por fin se aprecien los colores que antes no se apreciaban tanto. Ese marrón aterciopelado y ese petrichor que queda tras una repentina lluvia de una tarde de verano.

Y es que, cuando paras en seco, no tienes más remedio que sentir ese olor, esos rayos de sol salir para calentar tus frías manos, un calor que invita a sentir y recorrer ese viejo porche donde solía ir de pequeño a estar en silencio e imaginar historias que no pertenecían a ningún tiempo, pero algo ha cambiado, parece, hemos crecido.

Aunque, qué sé yo de crecer, si lo único que quiero es volver allí y volar, volar de nuevo y no sentirme como un jilguero que no sabe de dónde viene ni a dónde va. Y desde la distancia, ahora sin más en la cabeza, realizo reflexiones cortas ya que, aunque no lo pareciese, los planes a largo plazo no tienen alas y lo único que hoy me sobra es tiempo para volar.


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